martes, 27 de octubre de 2009

"La atracción del celular es casi perfecta"

Estar conectado 7 días a la semana, en todo lugar, todo el tiempo. Las prerrogativas del universo móvil suenan en la voz de Tomy Ahonen como un evangelio. No sorprende, el experto, autor y profesor -enseña en la Universidad de Oxford- viaja por el mundo como uno de los referentes de la comunicación inalámbrica. En esta entrevista exclusiva , revela dónde están las grandes oportunidades de negocio para el sector en la región y en el país.
 
¿Cuáles son los principales servicios móviles que los proveedores deben saber ofrecer a futuro?
 
Prioridad uno será que debe, sí o sí, ayudar al consumidor en su vida diaria. Segundo, que genere lo que yo llamo una experiecencia mágica. Quiere decir: hoy sabemos replicar en un celular la experiencia de leer un periódico, surfear en la Web, escuchar la radio. Lo que necesitamos es algo que supere eso.
 
¿Por ejemplo?
 
Imagínese que mi tarjeta de presentación tiene un código de barras en su reverso. La primera vez que usted, con la cámara de su celular, enfoque ese código, haga click e inmediatamente aparezca en su celular una página web, sin tener que haber antes tipeado nada, tendrá una de esas "experiencias mágicas". Otro ejemplo: hoy ya tenemos servicios para el celular o móvil que sirven para traducir. Si usted le habla en una idioma, el celular le responde con la traducción en el idioma que necesita. Ésos son los servicios que necesitamos poder ampliar como industria celular.
 
¿No está el peligro que este tipo de servicios pueda ser utilizados para demasiado control?
 
Obviamente. La industria hoy recolecta una tremenda cantidad de información de nuestros consumidores. Por otro lado, como con cualquier industria que nace, también esta deberá enfrentar y solventar sus flaquezas.
 
¿Dónde ve las principales oportunidades para un mercado tan jóven como el de América latina?
 
Una de las más grandes sigue estando en saber aprovechar a fondo el potencial de mensajes SMS básicos. Por ejemplo: en las Filipinas un consumidor promedio suele enviar un promedio de 26 SMS por día. En Corea del Sur, un tercio de los teenagers envían cerca de 100 SMS por día. Cada uno de estos SMS tiene un -aunque sea mínimo- costo. El consumidor lo envía, aún cuando tenga cerca una computadora y puedan enviar un e-mail sin costo alguno. O sea: los consumidores le dan un valor muy grande a este tipo de comunicación. Para ampliar la oferta se puede pensar plataformas de alertas y servicios al consumidor: por ejemplo, que la biblioteca le envíe al estudiante un SMS cuando el libro pedido esté disponible, el mecánico le avisa cuándo venir a recoger su auto, su dentista le recuerda su próximo turno.
 
Corea, Japón, son algunos de los mercados más tecnificados del mundo. América latina está muy lejos de esos estándares.
 
Obviamente. Pero eso no quita que justamente por esa razón estemos ante una tremenda oportunidad de negocio. Estoy totalmente convencido de que la Argentina, por ejemplo, en cinco años tendrá un promedio de SMS de cinco a seis por persona y día entre toda la población. A ese nivel, la tecnificación llega a un grado de amplitud que podrá pagar su ticket de subte, su valet parking, su Coca-Cola en el kiosco, todo a través del celular. Estas oportunidades llegarán a medida que los consumidores se sientan cada vez más confortables en usar estos servicios. Y para eso no necesitamos tanta IT como usted piensa, ni 4G, ni nada por el estilo. En realidad se trata de servicios muy básicos que la mayoría de los celulares que hoy se comercializan podría estar ofreciendo. Lo principal es que los consumidores empiecen literalmente a dejar de llevarse al celular al oído y empiecen, cada vez más a mirarlo.
 
¿A quién identifica como el principal cliente de telefonía celular hoy?
 
Le digo primero quién ya no lo es más: el corporativo. Hoy, el principal es el consumidor privado. Y aquí el más interesante en términos de oportunidad de negocios es el joven que recién inicia su carrera profesional, que tiene su primer trabajo y está entre los 18 y 25 años. O sea la generación que está saliendo de la escuela o la facultad, ingresando al mercado laboral.
 
¿Por qué?
 
Porque la atracción del celular es casi perfecta, ya son nativos, se sienten cómodos con la forma de utilizar las capacidades técnicas de los equipos y, muy importante, tienen un empleo. O sea: el factor costo es un tema mucho menor que para aquellos jóvenes que todavía estudian. A eso se suma que los recién empleados tampoco son demasiado viejos como para no querer jugar también en su celular un videojuego, escuchar música. Esa es la que yo llamo la generación "C", la generación de la comunicación.
 
En cuánto se diferencia esa generación "C" contra la "X" o "Y"?
 
Yo diría que la principal diferencia es su fe inherente en que comunicación se define por dos palabras: "participación + colaboración". Para darle un ejemplo: si se acuerda de la generación de los Yuppies, de fines de los 80. Para entonces todo se definía por el: "Yo, yo, yo". O sea: "Quiero mi carrera, mi beneficio, mi ascenso". Es la generación que hoy acumula archivos, información. En cambio, la generación joven lo ve muy diferente. Creen que el mismo hecho de intercambiar, compartir, representa un valor en sí mismo. Ellos quieren participar y ser participado. Por ejemplo: aún cuando vean que una película fue comentada en una página de críticas 500 veces, ellos quieren también dejar constancia y opinar. No les importa que su opinión sea la 501. Están convencidos de que su comentario crea aún más valor.
 
¿Cuáles serían los dispositivos que mejor se adaptan a ese perfil?
 
Para esta generación, parece no haber final para cuán avanzados deben ser los equipos. Tampoco aquí en Buenos Aires. Por lo que veo, el hambre por terminales cada vez más sofisticadas se mantendrá.
 
Sin embargo, ya se habla de un mercado saturado en algunos países y economías.
 
No lo veo así. Ni en Hong Kong, Singapur, Japón o Finlandia. En todo el mundo, al mercado todavía le queda espacio para crecer. Eso sí, como en otras áreas, la tendencia va a la convergencia de equipos.
 
Flavio Cannilla
 
 

 

 

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